En el Mensaje del viernes 6 de agosto de 1999 a las 18.00
Demos gracias a Dios porque es Eterna Su Misericordia, porque es Inmenso Su Amor.
¡Qué linda reunión! ¡Qué difícil es vuestro caminar!
Es cierto que es importante que tú, hija (a An. L.), sientas que caminas de Mi Mano y que tengas lo mejor y lo más próximo a la fecha posible de la Palabra que te estoy regalando. Lo mejor en cuanto a que esté en tus manos y lo más pronto posible en cuanto a que también podrías comprar unos micrófonos y escucharlo todas las noches, pues así sentirás realmente que estás caminando de Mi Mano, y todos vosotros también.
Pero es importante que a cada lugar donde vayáis, de ser posible, cassette o papel, lo que sea, quede el Mensaje que el Señor ha dado a los que están presentes porque los estoy utilizando también de instrumentos y en ellos reflejo a Mi humanidad. Y hay tantos que tienen Internet y esas cosas, correos electrónicos, que entre ellos mismos harían las cadenas si los tuviesen en su mano.
Es cierto que son para ayer y es cierto que más que lo que haces, hija, no puedes hacer. Usa de la tecnología; mientras se pueda, utilízala. Ten confianza en Tu Padre. Pregunta, averigua, busca... No es un drama hoy no saber escribir a máquina, pero debes cumplir con esta misión manejándote con los adelantos de la ciencia, de los de tus días. Ocúpate solamente de dar la idea de pasar por correo electrónico de un país a otro, de un lugar al otro este Mensaje o el otro que tanto tocó tu corazón. Y así os pedirán uno y otro. No hay mucho tiempo. Podrás publicar y los libros correrán como reguero de pólvora, como te lo he dicho. Pero los tiempos se acortan. Hay tantas cosas que os servirán para después del 2000 que sería interesante las tuvierais prolijamente ordenadas, encarpetadas, para poder recurrir a ellas cuando llegue el momento. No te hagas mala sangre; siempre serás criticada. Aprende a que tu alma sonría sabiéndote amada por Dios.
Jesús, Mi Hijo, sabía que Lázaro moría y sin embargo no corrió tras él. Siguió con Su trabajo y cuando regresó, luego de muchas horas, días, ¡lo resucitó!
No te dejes atropellar. Camina siempre hacia adelante y que tu único, único objetivo, el único fin de tu vida sea hacerme sonreír, sea seguir amándome. Siempre te amaré. Que no te empujen, pues tú caminas; no corres y tu paso es ¡firme! y seguro y Yo soy tu Bastón. Vas de Mi Mano, hija. Quédate en Paz.
¡Qué corta esta jornada! Si os hubieseis programado dejando los Cenáculos, hubiésemos almorzado y charlado sobre tantas cosas. Pero podéis repetirla. Dejad un día en vuestra agenda. Poned “Grupo de oración con nuestro Señor” y así respetaréis el día y charlaremos desde las 10, luego de la Misa, en adelante. y no serán llamadas por vuestros maridos o vuestros hijos pues Yo Me ocuparé de ellos mientras vosotras ocupáis vuestro tiempo estando Conmigo.
No será el fin del mundo el 11, ni el 5, ni el 15 (sonriendo). Pero sí os sacudirán. Os sacudirá el hombre y os sacudirá vuestro Dios. No temáis. Os he elegido para alumbrar, y nadie apagará la Luz que Yo he puesto en vosotras.
Vamos a ver qué dice vuestro Padre en el Antiguo Testamento; qué os dice por el medio, como dice R., y qué os dice para ahora. Y luego comenzaréis a hacerme una linda oración pues Yo estoy entre vosotras.
No porque sí, no, porque fue la Voluntad de Dios y no otra la que a su debido tiempo te ha traído aquí pues tú, hija, An. (a An. L.), eres la persona, la hija de Dios que de haber vivido esta Obra desde un comienzo tendrías tu colchón instalado en este Quincho. Y, ¿qué sería de tu marido y tus hijos? Te hubieses llenado de Gozo y no hubieses querido perderte detalle, perderte una Gota del Amor que el Padre ha estado derramando en este lugar. ¡Manantiales de Agua para esta humanidad! Hoy puedes encontrarnos igual pero más calma, sana, porque Dios te ha sanado, y llena de Gozo porque te ha elegido desde antes de nacer y hoy te quiere a Su lado en silencio, como todos Mis discípulos, sin pelear, sin discutir, solamente obrando y viviendo la Palabra que Jesús os ha dejado revelando el Misterio de Mi Reino, ese al que os está invitando a formar parte de él, pues Mi Persona, en Mi Reino os convoca a caminar hacia Mi Corazón abierto derramando todo sobre vosotras.
Y os diré, hijas, en Números 33: «Moisés dio órdenes respecto a ellos, a Eleazar, sacerdote, a Josué, hijo de Nun, y a los cabezas de familia de las tribus de Israel diciendo: “Si los hijos de Gad y los hijos de Rubén aptos para las armas pasan con vosotros el Jordán para combatir delante de Yahvé, una vez conquistada la tierra les daréis como herencia la tierra de Galad pero si no pasan con vosotros en armas se establecerán en medio de vosotros, en la tierra de Canán”. Los hijos de Gad y los hijos de Rubén respondieron diciendo: “Haremos lo que Yahvé ha dicho a tus siervos”.»
Vosotros también haréis todo aquello que os acerque a Mí.
Job, D., Job... «Había en el país de Hus un hombre llamado Job; hombre perfecto, íntegro, temeroso de Dios y apartado del mal.» Tan perfecto como vosotros, con todas sus miserias, las de la tierra, pero que amaba a Dios desde el corazón. «Le habían nacido siete hijos y tres hijas. Su hacienda era de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, además de una servidumbre numerosa.» Un poco escasos, diría Pl. (Sonrisas) «Este hombre era así el más grande de todos los orientales. Solían sus hijos visitarse mutuamente y celebrar banquetes, cada cual en su día, e invitaban también a sus tres hermanas a comer y a beber en su compañía. Y una vez concluido el ciclo de los días de convite, Job les mandaba a llamar para purificarlos y al día siguiente, levantándose de madrugada, ofrecía un holocausto por cada uno de ellos porque pensaba: “Acaso hayan pecado mis hijos y hayan maldecido a Dios en su corazón”. Así procedía Job cada vez. Y Satanás prueba a Job pues pregunta a Yahvé si piensa realmente que Job teme a Dios desinteresadamente. Y Yahvé contesta a Satanás: “Ahí le tienes. En tus manos está toda su hacienda. Cuida sólo de no descargar tu mano sobre él”.» Y vienen las desventuras, la resignación, los amigos, la prueba, el lamento de Job, ¡la confianza en Dios! -él dice «Yahvé», que hoy os está hablando-, la respuesta, la desilusión de los amigos que le preguntaban: «¿Dónde está ese Dios que no escucha tus llamados?» Job reconoce en Dios Su Justicia. Y Dios prueba también al inocente, y Dios puede hacer que Job descubra la Grandeza Divina de ese Dios que lo creó. Y vencida la prueba, totalmente vencida, es bañado con todo el Poder y la Gloria de ese Dios que aceptó que lo probaran pues lo sabía un siervo fiel.
Y en Isaías, cuando el profeta les dijo: «Decid a vuestro señor que así habla Yahvé: “No te asustes por las palabras que has oído con las cuales los esbirros del rey de Asiria me han injuriado. Yo te infundiré un espíritu tal que al oír cierta noticia se volverá a su país y allí Yo haré caer a espada”.»
¡Cuántos de vosotros sois elegidos para escuchar la Palabra de Dios y en lugar de perder el temor porque os invito a caminar os aterrorizáis y preferís caminar solos en la tiniebla! Y no os ayudan Mis pastores, ¡claro que no!
Jeremías también, Jeremías también fue un siervo fiel. ¡Qué difícil le fue anunciar las profecías que el Señor ponía en su boca!
Y así tantos otros hoy porque vuestro Padre nunca dejó a Su pueblo sin Su Palabra.
Y a Ezequiel, cuando dijo: «Así habla el Señor Yahvé: “Si el príncipe hace un regalo a alguno de sus hijos tomándolo de los bienes propios, el regalo pertenecerá a sus hijos y los poseerá como herencia, pero si de su heredad hace un regalo a alguno de sus siervos pertenecerá a este sólo hasta el Año Jubilar en que volverá al príncipe. Su heredad pasará solo a sus hijos. El príncipe no podrá apoderarse de nada de los bienes del pueblo despojándole de su propiedad. Sólo su propia hacienda pasará en herencia a sus hijos a fin de que ninguno de mi pueblo sea privado de la propiedad que le corresponde”.»
Analizad esta lectura. Es 46, del 16 al 20.
No, no quedarán los huesos para formar el ejército. No será con los huesos esta vez. Esta vez es con el espíritu y las almas de quienes aman a Dios, que en su entrega y con su oración y con el amor a María vencerán a las fuerzas del mal.
¡Cuánto miedo le tienes, D., a Macabeos! Esto es Malaquías.
Malaquías siempre hablaba como dialogando. Tú, hija, no te animas ni a preguntar. Y sí, hemos negociado en la tierra, hemos dialogado, hemos charlado, hemos ordenado y hemos enfrentado. Inicia un diálogo Conmigo. Yo te contestaré. ¡Habla! Hablad vosotras también desde el corazón y Yo os contestaré a cada pregunta que Me hagáis. Yo os contestaré, os confortaré, os daré esa Paz que da el Padre. Cuando el hijo le habla, el padre responde porque ha estado atento al reclamo del hijo.
Y, ¿qué pasa ahora en la Segunda Carta a los Corintios, en el capítulo 1, del 3 al 11? Dice así: «Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las Misericordias y de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos consolar a cuantos están atribulados con el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios. Así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así también por Cristo abunda nuestra consolación. Si estamos afligidos, es por vuestra consolación y salvación; si somos consolados, es por vuestra consolación, que os hace soportar con constancia los mismos padecimientos que nosotros sufrimos. Nuestra esperanza respecto a vosotros es firme, convencidos de que como participáis en los padecimientos también participaréis en la consolación. Pero no queremos, hermanos, que ignoréis la tribulación que nos sobrevino en Asia...» Y que sobreviene en vuestra tierra. Esperad pues con la ayuda de vuestra oración Yo os libraré de todo mal. Amén. Amén. Amén. Amén.
Yo las bendigo en Mi Nombre -Me habéis hecho tan Feliz escuchándome-, en el Nombre de Mi Hijo, que todos los días Lo vuelve a crucificar vuestra humanidad, vuestra tierra, vuestros hermanos, Mis hijos, y en el Nombre de Mi Santo Espíritu, que se derrama sobre todos, pero sólo Lo reciben aquellos que tienen blando el corazón, que lo abren para que entre Dios a usarlo de morada permanente, de morada permanente, pues por Mi Gracia os concedo la Perseverancia. Vuestra oración es escuchada.
Quedad en Paz. Quedad en Paz.
Más tarde:
Padre Eterno, ven a nosotras, conforta nuestras almas con Tu Presencia. Llénanos con Tu Esperanza. Báñanos con Tu Amor. Cuídanos como a verdaderas y amadas hijas Tuyas. Como Padre, protege a nuestras familias, a nuestros hijos y a toda nuestra descendencia.
Se reza el Via Crucis de la Misericordia y la Coronilla a la Divina Misericordia. Se hace la Consagración a la Santísima Virgen (Tres veces).
Luego:
Todos los días de vuestra vida, a cada segundo de ella, debéis de estar preparados para que Yo os recoja en Mis Brazos; cada día.
Y si vais a hacer las velas con la Llama del Amor de María, repetid: «Inmaculado, Tierno, Dulce Corazón de María, inunda a la humanidad entera con los efectos de la Gracia de Tu Llama de Amor ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.»
¿Sabéis quién es la bestia en el Apocalipsis? Es la masonería. (Se lee Apocalipsis, cap. 13, 1-10)
Os he dado la Perseverancia y estoy acrecentando vuestra fe.
Esto es Palabra del Señor. (Se responde: «Gloria a Ti, Señor Jesús».)
Podéis discernir, podéis mirar en todo vuestro entorno, y también podéis saber, desde el corazón, si vuestro nombre está escrito o no en el Libro del Cordero.
Quedad en Paz.